¿Por qué las parejas siguen teniendo matrimonios infelices?

Nos vendieron perfectamente el cuento del “felices por siempre”, pero nadie nos explicó que no siempre resulta ser así y que para que un matrimonio prospere hay una lista bastante robusta que se debe atender. 

A pesar de los cambios culturales y sociales que hemos presenciado, en donde se promueve una mayor apertura y comunicación entre las parejas, hay varias razones por las cuales los matrimonios se mantienen infelices: 

  1. El miedo a ser juzgadxs: Esta es una de las razones más comunes, ya que a nadie le gusta ser juzgado o etiquetado. En ambas partes suele haber el miedo al “fracaso”, cuando se busca el divorcio.
  2. Hijxs: Otra de las principales razones son lxs hijxs, ya que prefieren seguir la relación por el “bienestar” de ellxs, pero muchas veces terminan sufriendo.
  3. Dependencia económica: A pesar de que hay más oportunidades para la educación, existe un tema en la libertad financiera. Por lo que se permanece en una relación, al no contar con otros medios para sobrevivir.
  4. Codependencia: Muy perjudicial en cualquier relación, pero que se da cuando la pareja depende demasiado del otro para obtener todo tipo de apoyo y tranquilidad, ya sea emocional, física, moral o incluso financiera.

¿Arreglarlo o separarse?

Si estás atravesando por esta encrucijada llena de emociones y reflexiones profundas sobre si debes tratar de solucionar la situación u optar por liberarte. Es crucial evaluar si las diferencias y dificultades son temporales y manejables o si representan barreras insuperables que les impedirán el crecimiento mutuo y la felicidad compartida.

La relación puede solucionarse si:

1. Hay voluntad de cambiar y mejorar

2. La comunicación es abierta y honesta

3. Aún existe conexión emocional

La relación debería optar por acabar si:

1. Hay abuso y falta de respeto constante

2. Infidelidades recurrentes

3. Desinterés y apatía total

 

El final que sí debería ser feliz

Aunque una separación puede resultar un tema difícil para quien aún ama, lo cierto es que cuando se lleva a cabo en los mejores términos, también puede ser un acto de amor propio y mutuo. Tener miedo está bien, pero tener miedo y no hacer nada te condena a la infelicidad y la amargura. Lo mejor es despedirse con gratitud por los momentos compartidos y reconociendo que el final de un matrimonio no es un fracaso, sino una evolución natural de caminos individuales. Un divorcio no es una tragedia, sino una oportunidad para un nuevo comienzo de posibilidades y bienestar emocional.

Sin ataduras y con el amor que libera,

Carmen.

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